Para meditar:
María, hoy te miramos como Madre del Amor verdadero, no del amor cómodo, ni del sentimentalismo vacío. Tu amor es limpio, fiel, fuerte. Un amor que no calcula, que no traiciona, que no se cansa cuando llega el miedo o la oscuridad.
Tú nos enseñas que amar de verdad no es sentir bonito, sino entregarse sin reserva. Que el amor a Dios no se vive a medias, ni con tibieza, sino con audacia, con decisión, con pureza de corazón. Por eso duele cuando el corazón se distrae, cuando se llena de cosas que no conducen al Señor, cuando perdemos de vista lo esencial.
Nuestro corazón nació para amar. Y cuando no ama bien, se desordena, se enfría, se endurece. Hoy queremos volver al origen: al amor limpio, al amor entero, al amor que se juega la vida.
María, Madre del Amor Hermoso, enséñanos a amar como tú.
Para vivir:
Hoy cuida conscientemente la pureza de un solo espacio de tu vida
(lo que ves, lo que escuchas, lo que dices, lo que piensas, cómo tratas a alguien)…
y hazlo por amor.
¿Qué espacio concreto de mi vida voy a cuidar hoy por amor?